La reacción ante esta pareja
en redes sociales incluyó mucho racismo y clasismo. Eso no me sorprendió. Lo
que sí me sorprendió fue la reacción a la reacción. Mucha gente parecía
sorprendida de que el clasismo y el racismo existieran en la comunidad
LGBTTTIA+ mexicana. Mi pregunta es ¿por qué?
No por ser minoría estamos
exentos de prejuicios. Dentro de nuestra propia comunidad existe la misoginia,
racismo, clasismo e, irónicamente, hasta la homofobia, transfobia y bifobia. Si
ser víctima de discriminación te librara
automáticamente de prejuicios, la comunidad afroamericana en Estados
Unidos hubiera apoyado sin cuestionamiento alguno la lucha por derechos de la
comunidad gay. Obviamente, no fue así.
Cuando no era sorpresa, era
una condenación extrema. En twitter alguien describió este racismo como una
muestra de la "podredumbre" de la comunidad gay. De nuevo, ¿por qué?
México es un país clasista y
racista. No es noticia que el dicho "como te ven, te tratan" es real
y más palpable aún para gente que se parece más a nuestro antepasados
indígenas. Una persona blanca puede más fácilmente relajar su manera de vestir
sin tener miedo a miradas sospechosas, alguien moreno y chaparro no puede darse
el mismo lujo.
Hay un sin fin de referentes
de estatus económicos y raciales que reconocemos y juzgamos inconscientemente.
¿Usa ropas típicas? Mal (a menos de que sea una mujer blanca y alta presumiendo
el trabajo de artesanas Chiapanecas). ¿Reloj grande e iPhone? Bien (a menos de
que vaya en pesero). ¿Se tiñe el cabello de colores? Inventada (a menos de que
sea o parezca extranjero). La lista es interminable.
Todos crecemos en este
ambiente, sin importar nuestro género, clase social, raza o identidad sexual.
Aunque no veamos telenovelas podemos más o menos reconocer el papel de cada uno
de los personajes viendo el póster. Lo que nuestra cultura considera
"correcto" y/o "superior" es constantemente reforzado en la
publicidad que vemos a diario, en la manera que los noticieros dicen las
noticias, y en los mensajes que leemos en nuestras redes sociales. Nadie es
inmune y la gente que se cree inmune normalmente sólo no se ha dado cuenta de
cómo y qué tanto le afecta.
Con todo esto en mente,
¿cómo puede ser sorpresa que la comunidad gay de México sea clasista y racista?
No creo que los gays de
México seamos más racistas o clasistas que los heterosexuales de México. Esto
no nos justifica (ni a los gays, ni a los bugas) pero tampoco creo que sea
razón para tajantemente condenarnos.
Parece que a muchos se les
ha olvidado algo: el racismo y el clasismo, así como la homofobia y demás
prejuicios, no son inevitables ni incorregibles. Aunque hay estudios que
prueban que desde pequeños estamos predispuestos a preferir la compañía de
personas que identificamos como de "nuestro grupo" también hay
estudios que muestran que lo que consideramos "nuestro grupo" se
puede ampliar y que personas que crecen dentro de grupos diversos son menos
propensas a discriminar (http://theatln.tc/1KYRQOK).
La lucha contra los
prejuicios es constante y no se limita a criticar cuando otros discriminan. Es
tratar de estar conscientes de todas las veces que hacemos de menos a alguien
más por su manera de vestirse, actuar o expresarse y activamente tratar de
cambiar. Incluye saber que nadie es perfecto y que a veces nos enfrentamos a
prejuicios que no sabíamos que teníamos.
Es tentador al ver actos de
racismo o cualquier otro tipo de discriminación ponerse en una posición de
condenación. Decir "yo jamás haría algo así porque yo sé que está
mal". Colocamos esa distancia porque se nos ha enseñado que el racismo es
algo malo y no queremos tener relación alguna con él. Tener la humildad y auto
crítica para aceptar que estos pensamientos presentes en todo lo que consumimos
también están dentro de nosotros no es aceptar alguna derrota, sino un paso más
a formar una comunidad que acepta la diversidad.
Muchos ponen en primer plano
en la lucha contra la discriminación a la educación. Entiendo por qué. Cuando
abres tu mente y mundo a las muchas posibilidades que existen, es difícil
aceptar las limitantes que te pone una sociedad que discrimina. No es
coincidencia que la gente que está en contra de la diversidad de cualquier tipo
busque controlar lo que la gente puede ver y leer. Pero hay otra herramienta
igual de importante: la empatía.
La empatía, el ser capaz de
ponerse en los zapatos del otro, es algo de lo que se habla poco pero es
invaluable en la lucha para eliminar la discriminación. La empatía es igual que
un músculo: mientras más la ejercitamos más fuerte se hace y si no la usamos se
atrofia. La empatía nos acerca a desconocidos en vez de separarnos de ellos por
medio de chistes y estereotipos.
Al ver las fotos de Naparuj
Mond Kaendi y Thorsten Mid debo admitir que yo también sentí envidia. Una
envidia parecida a la de los que pensaron "qué suertudo Tailandés".
Pero luego pensé, "¿por qué el suertudo es el Tailandés? ¿Por qué está idea
de que el alemán se está rebajando o haciéndole un favor?" La respuesta es
obvia: por todos lados vemos mensajes de que un novio como Thorsten Mid es
ideal, mientras que uno como Naparuj Mond Kaendi no. Aún en las campañas pro
derechos LGBT si vemos dos hombres o dos mujeres besándose normalmente son
personas que se adhieren a lo que se considera atractivo. Es fácil darle like a
la foto posada de dos modelos guapos tomados de la mano, pero cuando vemos la
realidad de Thorsten y Naparuj en el metro lo que hay son críticas.
No se trata de hacer más a
Naparuj o menos a Thorsten. Se trata de aceptar que tenemos prejuicios que
salieron a la luz con sus fotos, pero que podemos aceptarlos, confrontarlos, y
dejarlos atrás. Se trata de ver una foto de una pareja que se ve contenta y no
juzgarlos por su raza, género o diferencia de estaturas. Se trata de usar la
empatía para ver a dos personas felices y compartir esa felicidad con ellos.
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