sábado, 28 de junio de 2014

Una Lesbiana Legendaria

Esta semana ha dado mucho de qué hablar en cuanto a género y sexualidad: en Chihuahua el tema del matrimonio igualitario entró a la agenda del Congreso, el Obispo de Veracruz nos compartió sus ideas anticuadas y erróneas sobre la homosexualidad masculina, y en Campus Party mucha gente cuestionó un par de decisiones obviamente sexistas. Sin dejar de lado la Comisión de la Familia y Desarrollo Humano y las constantes declaraciones del presidente de la misma, el senador José María Martínez del PAN, en contra de los derechos de las mujeres y los homosexuales.

Hasta dentro de la misma comunidad LGBTTTIAQ (una palabra y un acrónimo de los cuales hablaré luego) también ha habido debate alrededor de la Marcha del Orgullo, y que tan ofensiva (o no) es la palabra "puto" para cada uno de nosotros.

Dentro de todo esto, me encuentro que quiero hablar de algo un poco menos concreto. Mucho menos concreto, en realidad. Quiero hablar de una lesbiana legendaria.

Si no conocen la historia de los disturbios de Stonewall (y si son L, G, B ó T, deberían), déjenme darles un resumen a grandes rasgos. En los 60s ya se había comenzado a luchar por la aceptación de los homosexuales en la sociedad, pero la sociedad estaba muy acostumbrada a tratar a los homosexuales como mierda y no parecía querer cambiar. Fue en la madrugada del 28 de junio de 1969 que algo pasó. No fue nada planeado, sólo fue un momento donde suficientes personas decidieron que ya no iban a aceptar ser maltratados sólo por ser lo que eran.

La policía de Nueva York estaba muy acostumbrada a llegar a Stonewall Inn, uno de los pocos lugares seguros para la gente homosexual, travesti, y transexual, y humillar a los clientes del lugar. Era rutina: arrestar a los obviamente homosexuales, llevar a los travestis al baño de mujeres para que una policía verificara su sexo, y manosear a las pocas lesbianas presentes por el crimen de atreverse a no desear el cuerpo masculino.

Pero ese día las cosas no iban tan bien para ellos. El camión que se iba a llevar a los arrestados se tardó, lo cual hizo que se formara un grupo grande de gente alrededor de ellos. Los hombres arrestados se burlaban de ellos, actuando de forma exageradamente afeminada, haciendo que los espectadores se rieran con ellos. Los policías, enojados, comenzaron a violentar a los hombres y mujeres arrestados. Es aquí donde entra nuestra lesbiana legendaria.

Esta lesbiana era el estereotipo de la lesbiana machorra. Tenía una herida en la cabeza donde uno de los policías la había golpeado. Intentó escapar varias veces, peleando con hasta cuatro de los policías, gritando insultos como sólo una lesbiana puede. Nadie sabe quien era. Por esto es legendaria. Más que legendaria: mítica.

Si los homosexuales tuviéramos mitología, esta mujer sería un Prometeo moderno. En mi mente esta mujer es una amazona hermana de la Mujer Maravilla. Me la imagino como una mujer fuerte y sagaz, de las que hablan sin rodeos y no se dejan hacer menos.

¿Qué hizo esta mujer? Simplemente volteó al grupo de personas que estaban viendo todo esto suceder y les gritó: "¿Por qué no hacen algo?"

No es una frase particularmente inspiradora. Si la imprimiéramos en playeras dudo que se vendieran muchas. Pero fue la chispa que necesitaba ese grupo de gente para encenderse. La policía intentó apagar esta flama con violencia, lo cual sólo hizo que ardiera con más fuerza. Se empezaron a aventar cosas: monedas (para la "mordida" de los policías), latas de cerveza, zapatos de tacón. Los policías que pudieron huyeron en los camiones, el resto se escondió, irónicamente, dentro de Stonewall Inn. 

Hay muchas más historias de estos disturbios que valen la pena contar, pero por ahora me conformo con que conozcan la historia de la mujer que prendió el fuego.

Después de Stonewall, las cosas cambiaron más rápido. Eso pasa cuando un grupo deja de pedir sus derechos y los comienza a exigir. Un año después, en 1970, la primer Marcha del Orgullo fue celebrada en Nueva York. Grupos activistas aparecieron por todo Estados Unidos (y luego en México en 1971, pero eso no fue sólo por Stonewall).

Así llegamos a hoy, 28 de junio del 2014, 45 años después. Hemos avanzado mucho pero hay cosas que me preocupan. Me preocupa el sexismo que hace que la palabra "gay" a veces no incluya a las lesbianas. Me preocupa el machismo de muchos homosexuales modernos que creen que valen más que otros por ser "varoniles". Me preocupa esta idea nociva que se está propagando que una persona homosexual que se expresa de forma estrafalaria no merece respeto. Me preocupa que haya personas que quieran deshacerse de la Marcha del Orgullo, como si los derechos que tenemos hoy en día no fueran motivo de celebración. La lista continúa.

Pienso mucho en esta lesbiana legendaria, especialmente cuando se acerca la Marcha de Orgullo. Me pregunto si había alguien que la recibiera después de que saliera de la cárcel. Me pregunto si asistió a la primer Marcha del Orgullo de la historia. Pero sobre todo, cuando me empiezo a preocupar demasiado sobre lo que está pasando, sobre lo poco que puedo hacer, sobre lo insignificante que soy ante la enormidad de los prejuicios de la gente; me pregunto lo mismo que ella le preguntó a la gente de Stonewall ese día: "¿Por qué no haces algo?"

Es una buena pregunta.

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